Hoy, cuando volví a casa cerca de la siesta, Ire me mostró muy entusiasmada una bolsita que contenía como diez champignones, más o menos!
Su cara era de un contento tal como si me estuviera mostrando un tesoro recién descubierto. Ella había incursionado en la verdulería y ese tesoro provenía de ese avance pro-culinario. También hizo que brillara en la cocina, bien blanco, un coliflor que me tocó hervir durante la tarde.
Qué belleza la naturaleza. Qué bendiciones esos alimentos. La alegría de Ire me quedó presente todas estas horas que no está en casa.
Ahhh... qué más puedo decir?
1 comentario:
Con qué poco podemos ser felices, ¿verdad? :)
Saludos cordiales,
Chihiro
http://chihiro.blogs.com
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